lunes, junio 29, 2009

Mi Top-5 de Junio


1. "Varieté" (1925, Ewald A. Dupont)



2. "Historias Extraordinarias" (2008, Mariano Llinás)




3. "Cielo Negro" (1951) / "A Hierro Muere" (1962), Manuel Mur Oti)






4. "Rien sur Robert" (1999, Pascal Bonitzer)




5. "Ficción" (2006, Cesc Gay)





Mención Especial: " La neige au village" (2008, Martin Rit)




jueves, junio 25, 2009

"There's always tomorrow" (1956), de Douglas Sirk





En el curso de este mes he podido ver dos Sirks hasta ahora desconocidos para mi, "Interlude" y "There's always tomorrow", y ambas películas giran básicamente en torno al mismo tema: la historia de una infidelidad y de sus consecuencias. El caso es que donde "Interlude" fracasa, en "There's always tomorrow" triunfa; "Interlude" es una historia de amor llena de tópicos con unos protagonistas bastante patéticos, porque es sonrojante ver ya a la madura June Allyson haciendo de americana ingenua por Europa y a Rosanno Brazzi encasillado una vez más dentro de uno de sus papeles de latino seductor. La historia de amor es ridícula hasta el sonrojo, sí, pero el talento de Sirk brilla en cada rincón, lo que convierten esta película en un goce para la vista, vaya talento que tenia este director para la puesta en escena y para sugerir a través de esta puesta en escena todo lo que los diálogos quizás no conseguian.

"There´s always tomorrow" es ya otro asunto porque es una película no tan conocida como otras estupendas de Sirk, pero a mi entender aquí su talento llega a su plenitud. Sirk demuestra que no solo dominaba el color sino el blanco y negro y consigue un acoplamiento perfecto con Russell Metty: es un prodigio el talento de ambos por la forma en que dan información sobre sus personajes solo por la iluminación de sus rostros, o encuadrándolos de espaldas, en planos junto a ventanas mojadas por la lluvia, o por el significado que adquieren los espejos, o incluso por el simple barrido que puede hacer la cámara por una habitación vacía.

En "Siempre hay un mañana", Sirk hace un retrato preciso, contenido y nada optimista del sueño americano, o de la perfecta familia americana y continuamente nos está lanzando información sobre este fracaso a través de detalles con una sutilidad deslumbrante. La película empieza con el intertitulo "Érase una vez en la soleada California..." y a continuación vemos una ciudad no soleada sino arrasada por la lluvia, primer mazazo donde Sirk nos viene a advertir que no nos creamos lo que vemos en la superficie, y que raspando sobre ella, aparecerán ciertas cuestiones nada agradables.

Clive Groves (Fred MacMurray) es un señor de mediana edad, felizmente casado y con tres hijos que se ha construido una sólida y exitosa reputación levantando una empresa juguetera. Cuando la historia arranca aparece en su vida Norma (Barbara Stanwyck) una amiga de juventud, convertida a su vez en una exitosa diseñadora de modas y soltera. Norma aparece en un momento de estos típicos tópicos en los que el señor casado está ya algo aburrido de que su esposa le ningunee en favor de sus hijos egoístas (tema también de otras películas de Sirk) y encuentra en Norma quizás la atención que le falta en su entorno. Ambos personajes a pesar de haber alcanzado el éxito ansían lo que tiene el otro: Norma envidia su vida familiar, Clive ansia la libertad y la motivación que parece haber perdido en pos de su familia.

La película es un eterno conflicto donde salen a la luz las debilidades de la sociedad americana de los 50 ya en crisis, se cuestionan las falsas apariencias, el precio del éxito, las hipócritas convenciones sociales y el derrumbamiento de la institución del matrimonio. Uno de los detalles mas atractivos de esta película es el símil que Sirk establece entre el protagonista masculino, Clive, y el juguete que está fabricando que se va a convertir en su mayor éxito, un robot que habla y camina, Rex. En un momento dado en una brillante escena entre él y su esposa donde le expresa el vacío en que se ha convertido su vida, él mismo se compara a su robot en una frase antológica:

"I'm becoming like one of my own toys, a walkie-talkie robot..."

Un momento glorioso en la película, no solo este sino los encuadres que hace Sirk con el personaje de MacMurray y el robot Rex, una metáfora que es la gran base de esta magnifica película. Una mirada dura y incisiva sobre el éxito, y sobre el vacío emocional derivado de él y todo a través de un personaje masculino, igual de grande que sus más famosos personajes femeninos sirkianos, para que luego se diga que sus películas eran "woman's pictures", por cierto término que siempre he detestado. Una joya a reinvindicar.











martes, junio 16, 2009

Eric Rohmer: sobre Kleist y "La Marquesa de O..."


“Pensandolo bien, diria que todo viene porque me interesa la literatura alemana. He leido a Kleist como autor aleman y precisamente ese lado alemán de sus textos es lo que me ha motivado. Pensaba que habia que conservar ese idioma aleman y que podría ser una tarea dificil, pero eso es debido a la riqueza de ese idioma. El idioma de Kleist es lo que me atraia por muy extraño que pueda sonar y lo que he intentado ha sido conservarlo tal y como está en el texto. No quise sustituir ni una sola palabra por otra. Mis colaboradores en Alemania me decian: -Esta palabra es imposible- y yo respondia: -.No, este es un texto alemán de la época que me interesa, el alemán moderno no me interesa-. O me decian: -Kleist está anticuado, esto no lo va a entender de ninguna forma el espectador de ahora y se reirán. No necesitamos ya estas palabras-. Y yo les respondia:-Incluso si quiero adaptar del frances a Diderot y Merivaux, no osaria sustituir ni una sola de sus palabras. La palabra es para mi esencial. No podemos cambiar las palabras elegidas por sus autores. Sustituir o cambiar una palabra por otra lo considero un delito-".

(...)

“Lo que me atrae de Kleist es lo que me recuerda de Dostoyewski. También veo una conexión entre Dostoyewski y Kafka, un autor que me gusta mucho. No es el lado frances de Kleist lo que me atrae, tampoco eso que es tan tipicamente aleman en él, sino que me atrae su modernidad; lo que le une a la novela moderna cuyos antecesores son Dostoyewksi y quizas Kleist. Es la forma narrativa moderna que anticipa la novela moderna francesa y si quiere tambien la americana. Eso es lo que me atrae de Kleist. Eso, por ejemplo, no lo encontramos en los autores alemanes porque la literatura alemana, por lo menos la que conozco del siglo XIX, invita a la reflexión pero no tiene una forma narrativa definida. La narración inglesa y la de determinados franceses como Merimée, Balzac o Flaubert, es más moderna que la alemana. Está basada en la descripción de los sentimientos, de las ideas más que del argumento".








Lo que me interesaba era filmar tal como narra Kleist. Esa era mi intencion pero quizás eso sea muy dificil y no lo haya conseguido. Quería conservar la objetividad del estilo de Kleist y alguien dijo una vez, no sé exactamente quien, que Kleist narraba como un narrador que le da la espalda al público. Por eso preferi dejar la cámara siempre a cierta distancia de los actores. No hay primeros planos. Vemos a las personas como en los cuadros de la época, desde una cierta distancia. Los intertitulos juegan exactamente el papel del narrador que le da la espalda al espectador".







"Mientras los personajes lloran, el lector permanece con los ojos secos. Solo es el lector de hoy el que permanece frío ante sus personajes. Creo que la frialdad de Kleist se corresponde con su época. Kleist era frío en comparación a sus personajes pero sus personajes no son fríos, son cálidos y hierven de sentimientos; sin embargo Kleist los observa con los ojos secos. No es un sentimental, como por ejemplo se puede entender en Francia, solo es un escritor sentimental que intenta escribir de tal forma que nuestros ojos no se humedezcan cuando se le lee. Leyéndole vemos las cosas desde cierta distancia, y yo quería conseguir lo mismo".

"En mi opinión es necesario moverse respetando el estilo de la época. Sin embargo, no debe parecer forzado y eso se consigue mostrando lo menos posible. Solo vemos el decorado que Kleist quería que viéramos. Es algo neutral o impersonal, si quiere llamarlo así. No miran al exterior por la ventana, solo vemos un trozo del jardín, no vemos la ciudad o solo vemos un rincón decorado con los muebles de la época. La decoración en esta película no debía ser excesiva. En muchas películas de época, la dirección artística es muy importante, por ejemplo en las películas de Fellini o Visconti, etc. Sin embargo yo pensé que iba a ser un error darle demasiada importancia a esto. Por eso no quise rodar esta película en Italia porque el entorno y el decorado italiano iban a resultar demasiado evidentes y el espectador se iba a sentir demasiado atraído por esa riqueza artística. Por eso mismo, rodar en Alemania y de esta forma, podría resultar, como decirlo, un poco como fuera de la época y del lugar. El colorido local en Alemania no es tan fuerte y a pesar de ello, el estilo de la época se encontraba presente. Kleist observaba su época precisamente de esta forma".


"Quería rodar esta película con planos largos. Los planos largos son más objetivos, una película con más planos es siempre más subjetiva. Cuando las secuencias son largas y la cámara permanece quieta, los actores se mueven igual que en un relato de Kleist. (...) En mi opinión, es mucho más interesante conocer una época a través de su literatura o de su pintura que a través de información de segunda mano. Quizás es que Kleist era un adelantado a su tiempo pero yo también diría: es mucho mejor así porque su mirada sobre su sociedad era por este motivo mucho más aguda".


"Extracto de una entrevista de Werner Berthel a Eric Rohmer en Marzo de 1977, aparecida en la edición de "Die Marquise von O...", Insel Verlag)

domingo, junio 14, 2009

"La Bella y la Bestia" (1978), de Juraj Herz



Una de las películas fantásticas mas interesantes que he visto en mucho tiempo y nueva revisitación del famoso cuento de hadas "La bella y la bestia", es esta magnifica película del checo Juraj Herz del que sólo conocía la muy reconocida "The Cremator", que por cierto no tiene nada que ver con esta película.

La variante que hace Herz del famoso cuento es fascinante sobre todo por el tono que le da a esta historia que ya conocemos todos y de la que me parece innecesario siquiera ahondar en su argumento. A pesar de ser una película fantástica, la primera parte de la película, hasta que la protagonista se sumerge en el castillo, tiene un tono de lo mas realista y sombrío, mucha niebla, barro por doquier, bosques desoladores, paisaje inhóspito y desde luego nada del glamour al que estamos acostumbrados ver en un cuento de hadas. Ya cuando Julie, la protagonista, hace su entrada en el castillo, bastante en ruinas por cierto, los elementos fantásticos aparecen, pero el tono realista sigue estando ahí muy presente y la historia se va convirtiendo en una mezcla entre el cuento de terror y el drama psicológico

La película está muy emparentada con la versión de Jean Cocteau, sobre todo en sus elementos surrealistas, pero esta versión de Juraj Herz me parece más realista, oscura y sombría y porque Herz pone mucho empeño en concentrarse en el aspecto más psicológico de los dos personajes: la bestia es una especie de ave rapaz continuamente enfrentado a una voz en off que le presiona para atacar a la inocente Julie.

La atmosfera es el aspecto mas atractivo del trabajo de Herz porque durante la primera parte de la historia no vemos a la bestia, pero sentimos continuamente su presencia espiando tras puertas, ventanas y matorrales, una cámara subjetiva fascinante y turbadora. Y todo ese aspecto oscuro y algo tétrico sólo se ve interrumpido un momento durante la secuencia del sueño, muy luminoso en comparación con el resto de la iluminación de esta película. Julie es drogada y cae en un profundo y pesado sueño lleno de significados que a mi me recuerda a la famosa escena de la violación de "La marquesa de O" de Rohmer.

Lo dicho, un interesante y muy diferente acercamiento al famoso cuento de “La bella y la bestia”, violenta , oscura y turbadora.