viernes, febrero 13, 2009

"Truffaut sobre Vigo"





“Jean Vigo muere a los 29 años”

Tuve la enorme suerte de descubrir las películas de Jean Vigo todas a la vez, una tarde de sábado del año 1946, en el cine Sevres-Pathé y gracias al Cineclub “La chambre noire”, del que se encargaban en aquellos tiempos André Bazin y algunos colaboradores de la “Revue du Cinema”. Yo no sabia nada de Jean Vigo, ni siquiera había oído su nombre antes, pero enseguida me atrapó una admiración sin limites por esta obra, una obra de Jean Vigo que solo se comprende en 200 minutos.

A pesar de que yo no estaba acostumbrado a ver películas anteriores a 1942, “Cero en Conducta” se convirtió enseguida en mi favorita, quizás porque podía identificarme mejor con la historia, ya que yo mismo era solo tres o cuatro años mayor que el protagonista de Vigo. Mas tarde, cuando he vuelto a revisar sus dos películas, he tenido que rendirme a “L´Atalante” y convertirla en mi favorita, de modo que incluso hoy en día cuando me preguntan por las diez películas más hermosas de la historia del cine, no puedo dejar de citar “L´Atalante”.

Por un lado, “Cero en Conducta” parece ser una obra más original que “L´Atalante”, ya que las obras maestras que perduran desde la infancia, tanto en cine como en literatura, se podrían contar con los dedos de una mano. Nos marcan doblemente, ya que no solo nos atrapan por una emoción estética, sino que también influyen nuestros motivos personales y biográficos. Todas las películas de infancia son películas de costumbres porque volvemos a llevar pantalones cortos, y nos traen recuerdos del colegio, de la pizarra, las vacaciones y sobre el inicio de nuestras vidas.

Como la mayoría de las operas primas, también “Cero en Conducta” tiene algo de experimental, algo así como: “Sí, intentemos esto; comprobemos que sale de esto”. Estoy pensando por ejemplo en la fiesta del internado, donde podemos ver muñecos mezclados entre las personas reales. Podría pertenecer al René Clair de la misma época, en cualquier caso es una idea que ya se ha hecho vieja. Cuando poco después rodó “L´Atalante”, por supuesto que Jean Vigo ya había aprendido de sus errores y con esta película alcanza la perfección, la obra maestra. Sigue utilizando la cámara lenta para conseguir sus efectos poéticos, pero desiste de la comicidad a través de la aceleración; tampoco necesita mas muñecos, sino que coloca frente al objetivo solo cosas reales que convierte en fábula; filma prosa que convierte en poesía apenas sin esfuerzo.



Así a simple vista, la carrera relámpago de Vigo se puede comparar a la de Radiguet. Los dos son autores muy jóvenes, muertos prematuramente y los dos solo han dejado dos obras. En los dos casos, su primera obra es claramente autobiográfica. Quien aprecie menos “L´Atalante” porque se trata de una obra de encargo, olvida que la mayoria de las segundas obras son obras de encargo. “Le Bal du Comte d´Orgel” es un encargo de Cocteau a Radiguet o de Radiguet para sí mismo. Toda segunda obra es crucial, porque define claramente si el artista es solo autor de una sola obra, lo que llamamos un “amateur con talento”, o por el contrario un creador; si es un hombre al que la suerte le ha sonreído una sola vez, o alguien que sigue evolucionando y que solo conoce una única ambición: seguir avanzando.

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“L´Atalante” contiene todas las cualidades de “Cero en Conducta” con muchas mas añadidas, como son la madurez y la contención en los medios. En esta película vemos las dos grandes corrientes del cine: el realismo y el esteticismo. En la historia del cine tenemos grandes realistas como Rossellini y grande estetas como Eisenstein, pero sin embargo muy pocos cineastas fueron capaces de aunar ambas tendencias. Para mí los ejemplos claros son “L´Atalante”, así como “A bout de souffle” de Godard o “Noches Blancas” de Visconti, dos películas incomparables, pero que definen perfectamente lo mejor que se ha hecho en este aspecto.

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También pienso que “L´Atalante” es muchas veces subestimada porque solo gira en torno a un pequeño tema, un tema menor, que se contrapone al gran tema del que trata “Cero en Conducta”. Sin embargo, “L´Atalante” habla de un tema muy importante, rara vez tratado en cine: los inicios de la vida en común de una joven pareja, las dificultades a la que se tienen que enfrentar, la euforia apasionada del principio, mas tarde los primeros tropiezos, la revuelta, la huida de uno del otro, la reconciliación y finalmente el mutuo “Aceptarse”. Visto desde este punto, este tema no es menos importante que el tema que se trata en “Cero en Conducta”.



Si nos detenemos en el cine francés que se hacia en principios del sonoro, nos damos cuenta que entre 1930 y 1940, exceptuando al humanista Jean Renoir y al visionario Abel Gance, estaban prácticamente solos junto a Jean Vigo. No hay duda de que Vigo esta mas cerca de Renoir, pero Vigo fue mas lejos sobre todo en lo que se refiere a su amor por la imagen. Ambos crecieron junto al personal de la cocina, lo que quiere decir, al mismo tiempo en un entorno de pobres y ricos y muy cerca del pueblo. Sin embargo el corazón de Renoir nunca sangró. El problema que tenia Renoir como hijo de un afamado pintor, era el de no ensuciar el apellido familiar, y llegó al cine después de abandonar la cerámica, una ocupación que según él, estaba demasiado cerca de la pintura.

Vigo también fue hijo de un hombre conocido, pero a la vez muy discutido, Miguel Almereyda, un anarquista militar, que murió bajo misteriosas circunstancias en una cárcel. Como huérfano, y siendo enviado una y otra vez de un orfanato a otro bajo nombre falso, Vigo sufrió tanto, que su obra se convirtió en una especie de grito. Si leemos el maravilloso libro que escribió sobre él P.E. Sales Gomes, cada uno de los detalles biográficos que se cuentan en él, son una confirmación de lo que podremos ver en sus películas. Su bisabuelo, Bonaventure de Vigo, fue prefecto en Andorra en 1882. Su hijo Eugene muere con veinte años de tuberculosis, después de haber engendrado un hijo, Miguel, el padre de Jean. La madre de Miguel, Aimée Sales vuelve a casarse con un fotógrafo, Gabriele Aubes in Sete; ella sufre una enfermedad mental y es internada en un psiquiátrico en 1901. Miguel se apropia del apellido Almereyda porque según él suena a caballero español y se casa con Emily Clero, una joven militante anarquista, que había tenido cinco hijos de una relación anterior, pero todos habian muerto muy prematuramente, uno de ellos cayéndose de una ventana. En 1905 tiene a Jean, que es quien de verdad nos ocupa: Jean, que va a tener una corta y dura vida, Jean, que como huérfano no hace mas que heredar las mismas circunstancias de su familia; Jean, cuyas películas parece que lleven una divisa implícita: “Protejo al más débil”.

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Si leemos las biografías o las memorias de los directores de la generación del cine mudo, podemos comprobar que la mayoría cuenta que llegó al cine por pura casualidad: uno de ellos descubre el cine acompañando a un amigo, el otro llegó por primera vez a un estudio de cine conducido por su tío, etc... Sin embargo, nada de esto ocurre con Vigo, uno de los primeros directores vocacionales. El es primero un espectador que luego se convierte en cinéfilo; él ve cada vez mas y más películas, llegando a fundar un cineclub, solo para poder traer a Niza mejores películas, hasta que por fin decide que quiere hacer películas él mismo. Empieza a escribir a gente y busca trabajo como ayudante. Compra una cámara y produce el mismo su primer corto, “A propos de Nice”.

Se habla mucho de los agujeros argumentales que tiene “Cero en Conducta” y se le achaca a una cierta irregularidad en el plan de rodaje. Sin embargo a mí me gusta creer, que estas elipsis se pueden explicar debido a la fiebre de Vigo por querer llegar rápidamente a lo importante, y a la euforia que debía sentir por habérsele dado su primera oportunidad. Ni siquiera se debía preguntar si iba a ser una película hermosa, sino que debía estar obsesionado pensando si conseguiría terminarla. Como espectador cree saber lo que es bueno y malo en una película, pero de repente, convertido en realizador, le embarga la duda, se detiene a pensar si lo que está haciendo es demasiado extraño y se aleja de cualquier norma, y se pregunta si su película llegará algún día a los cines. Por eso pienso que cuando Vigo se enteró que la censura había prohibido “Cero en Conducta” (una prohibición que se levanto solo doce años después), encuentra la confirmación de las dudas que había tenido y pensaría: “Yo ya sabia que no conseguiría hacer una película de verdad como los demás...”. Esta duda todavía puede respirarse cuando poco después consigue estrenar “Cero en Conducta” en Bruselas.


Jean Vigo duda de sí mismo después de haber iluminado cincuenta metros de celuloide, sin saber que ya entonces se había convertido en un gran director de cine, junto a Renoir y Abel Gance, y a Buñuel que empezó por la misma época. Al igual que se dice que una persona ya entre los 7 y los 12 ha recibido las influencias que le marcaran en su vida y que decidirán su carácter, también se puede decir que en los primeros cincuenta metros de película que un director ilumina, va a estar todo lo que luego seguirá desarrollando a lo largo de su carrera. Su primer trabajo es él mismo, y lo que luego seguirá creando, seguirá siendo él, seguirá siendo mas de lo mismo, a veces
mucho mejor (las obras maestras, por ejemplo), algunas veces peor (los errores). Todo lo que es Orson Welles, lo vemos en el primer rollo de Ciudadano Kane; todo Buñuel esta “En un perro andaluz”; todo Godard en “Un femme coquette” (16 mm), y todo Vigo en “A propos de Nice”.

Los cineastas, al igual que los artistas, buscan el realismo, o intentan alcanzar su forma de entender la realidad, y en general sufren entre lo que quieren y lo que consiguen alcanzar, entre como entienden la vida, y lo que la vida en realidad es. Personalmente pienso que Jean Vigo hubiera tenido mas razones que la mayoría de sus colegas para estar satisfecho consigo mismo, porque él llegó mas lejos a la hora de describir todos los recovecos de la realidad: las cosas, el entorno, las personas, los sentimientos y sobre todo la realidad más física.

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Nada que se ha podido mostrar desde hace treinta años en una pantalla de cine, puede llegar a compararse por ejemplo, a la escena de la gordezuela mano del profesor que toma la mano pequeña del niño en “Cero en Conducta”, o a los abrazos de Dita Parlo y Jean Daste cuando duermen juntos en “L´Atalante”, o mejor aun, cuando en un montaje paralelo nos muestra cuando uno ha abandonado al otro, cada uno en su cama (ella en la habitación del hotel, el en la barca), la forma que tienen de mostrarse, bajo la partitura de Maurice Jaubert: una secuencia tan carnal como lírica, que es todo un actor de amor entre dos personas separadas físicamente.

Como un autor tan esteta como realista, Vigo salvó todas las trampas del esteticismo y del realismo. La prueba está en cuando pensamos, por ejemplo, en la escena de Dita Parlo vestida de novia en la barca bajo la niebla, o por el contrario, cuando desempaqueta la ropa sucia que se ha ido agolpando en el armario de su nuevo marido; Vigo siempre conseguía salvar estas escenas con delicadeza, elegancia, con humor, inteligencia, intuición y una enorme sensibilidad. ¿Cuál fue el secreto de Jean Vigo? Probablemente el motivo está en que vivía mas intensamente que la media. Lo peor del cine esta en las interrupciones, el desmembramiento de las escenas. Se ruedan cinco o quince segundos luego hay que interrumpir durante una hora.

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Parece ser que Vigo siempre rodaba en una especie de trance, sin embargo, en ningún momento llegó a perder la claridad de sus ideas. Se sabe que ya estaba enfermo cuando rodó sus dos películas y que algunas secuencias incluso fueron dirigidas desde un catre. Es muy posible que incluso rodara estando en un estado febril. Es cierto que se es más brillante, mas fuerte y más intenso cuando se tiene “temperatura”. Cuando uno de sus amigos le aconsejó tomarse las cosas con mas tranquilidad y recobrar fuerzas, Vigo le contestó que sentía que le faltaba el tiempo y que debía darlo todo de una vez. Por eso suena muy lógica la posibilidad de que Jean Vigo sabia que moriría prematuramente y que ese hecho le estimulaba a trabajar con el tiempo contado. Detrás de la cámara, Vigo debe haberse sentido en el mismo estado del que habla Ingmar Bergman cuando dice: “Se debe hacer cada película, como si fuera la ultima”.

(Francois Truffaut, 1970. “Le films de ma vie”).

domingo, febrero 08, 2009

"Midareru" (1964), de Mikio Naruse


Esta película que en inglés tradujeron como "Yearning" que vendría a significar la añoranza de algo y que en francés y en castellano se ha traducido más acertadamente como "Tormento", podría tener y después de habérselo leído a algún critico, una traducción mucho mas acertada a mi entender con la palabra "Confusión". Confusión es el estado en que se encuentra sumida la protagonista Reiko (intachablemente interpretada por Hideko Takamine), durante la mayor parte de la película, confusión por sus propios sentimientos al ir conociéndose a si misma, y confusión por los cambios sociales del entorno en que el vive y que hace resquebrajarse ese concepto tradicional en el que había estado viviendo hasta ahora.

Reiko es una viuda en la treintena, que como tantas mujeres de la posguerra se quedó a cargo del negocio familiar tras la muerte de su marido en la guerra, una tienda de ultramarinos, y no sólo ha hecho durante todos esos años frente al negocio haciéndolo prosperar sino que ha sido el sustento definitivo de la familia de su marido fallecido, encargándose de su suegra y de los hermanos de su marido hasta que pudieron independizarse. Cuando la película comienza, el negocio está en crisis por culpa de un supermercado que se ha convertido en una competencia casi imbatible debido a sus precios y el hermano díscolo de su marido, Koji, vuelve a casa para apoyarla en el negocio familiar. La llegada de Koji saca a relucir la atracción que siempre ha sentido por su cuñada y que por el respeto que le ha debido a su adorado hermano mayor fallecido, nunca se ha atrevido a confesarle, una confesión que Reiko recibe en una especie de shock. Sin embargo todos estos hechos la hacen por primera vez ser consciente de ella misma, la confusión emocional y anímica de Reiko es una preocupación constante que pone de manifiesto Naruse en unos planos sobrios y contenidos. Cuando en su familia política aparece la posibilidad de venderle el negocio al supermercado, el mundo de Reiko vuelve a resquebrajarse: ya no la necesitarán, es más, la presencia de Reiko se convierte en un estorbo dado que ya les ha servido y ya pueden sobrevivir sin ella.

Esta es la historia que construyen Naruse y su guionista (Zenso Matsuyama, marido de Hideko Takamine) en torno a la toma de conciencia de una mujer que hasta ahora había mantenido un papel mas bien reflejo de un pasado, dotado de cierta pasividad y la necesidad de escapar se la proporcionan los cambios sociales que se producen en su entorno y para Naruse una vez mas, el tema mas universal y real, el catalizador para estos cambios es el dinero. Los problemas económicos que van contribuyendo a la desintegración de la familia aparecen una y otra vez en las películas de Naruse: cambios donde los grandes se comen a los pequeños y donde el ser humano se ve obligado a buscar nuevas vías de escape en un Japón que estaba abandonando su pasado para sumergirse en la modernidad, de la misma forma que la mente de Reiko, obligada a alejarse de su apego a la tradición mas pasiva para tomar un papel mas activo, tomando sus decisiones y enfrentándose a sus deseos. Lo que me gusta de las mujeres de Naruse y que casi nunca falla es que por muy mal que las trate la vida y por muy doloridas que estén, nunca desfallecen ni lloriquean, siempre se levantan y sobreviven con los pies firmemente apoyados en la tierra siempre con la ayuda de la soberbia contención de este fascinante director que fue Mikio Naruse.


Esta película tiene algunas de las escenas que más me gustan de las películas que he visto de Naruse y son las escenas que comparten Reiko y Koji y donde surgen las tensiones de un romance casi imposible porque aquí es donde mejor demuestra Naruse uno de los detalles de la identificación de su estilo, llamado por algunos "estilo invisible". En estas escenas entre Koji y Reiko, Naruse hace que uno de los se salga del plano y le vemos en otro plano volviéndose y mirando al otro, es una especie jugueteo entrelazado en un espacio de 360 grados envolviendo a estas dos personas, la cámara y el entorno, un ensamblaje perfecto, casi como si fuera un plano único y largo.

Otra escena magistral en esta "Midareru" es la escena del tren. Un viaje que comienza en un tren atestado donde ambos se sientan muy separados y que a medida que el tren se va vaciando y el viaje se va alargando, ambos se van acercando y conociéndose realmente bien por primera vez en años.
Naruse es un director al que me conoci por primera vez hace unos años y desde entonces cada vez que tengo la suerte de que una nueva película suya llegue a mi, supone un placer incontenible, anticipación que se materializa con el visionado sin decepcionar nunca. "Midareru" una obra maestra.



sábado, febrero 07, 2009

"Las Furias" (1950), de Anthony Mann






No me considero nada mitómana y sin embargo confieso que en lo que se refiere a Barbara Stanwyck lo soy. A medida que he ido viendo más y más cine, se ha ido convirtiendo en mi actriz favorita y dudo que aparezca otra actriz que le quite este puesto, y cuando más me gusta esta actriz es cuando la veo en un western.

Anthony Mann hizo muchos westerns estupendos pero éste es mi favorito quizás influido por el hecho de que sea un western estilizado al estilo del cine negro más puro pero también por el hecho de que lo protagonice Barbara Stanwyck y que vea en su interpretación la esencia de lo que era su talento como actriz: en "las Furias" su personaje de Vance Jeffords (nombre masculino y para nada gratuito en esta historia) pasa de ser una mujer fuerte y segura de si misma a ser en segundos un pelele atizado por por los avatares de esta tragedia griega. Pasa de ser una mujer ruda y casi masculina, a ser una mujer femenina y vulnerable necesitada del más mínimo afecto, y pasa de ser una mujer vengativa y llena de odio a convertirse en la dulzura capaz de perdonarlo todo.

Vance Jeffords es la hija de TC Jeffords (Walter Huston), un poderoso ranchero, patriarca manipulador que monopoliza todo a su alrededor pero sobre todo a su hija. Relación de amor odio puramente griega con un toque incestuoso subliminal es lo que vamos descubriendo entre la relación de padre e hija, donde se cumple la premisa de "ni contigo ni sin ti". Se odian porque ninguno de ellos acepta que haya otro/a en sus vidas y se adoran porque son igualitos, fuertes, crueles, vengativos y egoístas. Aunque TC tiene un hijo varón, es Vance quien maneja el rancho en ausencia de su padre y tiene las dotes perfectas para ello, y con el tiempo cuenta con convertirse en la dueña. Pero como en una perfecta tragedia griega, las cosas se truncan: TC se convierte en el blanco de una cazadotes (Judith Anderson) y su hija pasa a ser relegada a un segundo plano y por supuesto, a raíz de este momento crucial, su padre le deja muy clarito que no cuente con que el rancho "Las Furias" vaya a ser suyo.


Este es a grandes rasgos el argumento de la película pero todo este argumento es solo un pequeñísimo detalle porque la película de Mann va mucho más allá de lo que vemos en pantalla, es compleja y sugerente, todo un drama psicológico, con grandes duelos interpretativos y emocionales y con una fascinante carga visual, estilizadisima pelicula como apunté antes y donde muchos de los hermosos planos del desiertos, del rancho o de las mismas estancias, no dejan de ser una metáfora de lo que son los estados emocionales de sus personajes. Una joya y quizás de las pelis menos conocidas de Anthony Mann.





















viernes, febrero 06, 2009

Where the wild roses grow



On the last day I took her where the wild roses grow
And she lay on the bank, the wind light as a thief
And I kissed her goodbye, said, "All beauty must die"
And lent down and planted a rose between her teeth

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