Asphalt (1929), de Joe May
"Asphalt" me parece uno de los casos mas injustos de obra maestra olvidada, y de director casi nunca tenido en cuenta cuando se habla de los grandes del cine mudo. Siempre se acaba hablando de los mismos títulos de siempre, así que aquí estoy ya para darle publicidad a Joe May y su "Asphalt" ;-))))
"Asphalt" comienza en forma de documental: unos hombres martilleando el asfalto, retazos del día a día de una ciudad que irá sumergiendo al espectador en el corazón de Berlin y más concretamente de su avenida más céntrica y populosa, la Kurfürstendam: la noche, el intenso tráfico, las luces de neón centelleando, la multitud moviéndose como un hormiguero; pero éste es solo el prólogo de la peli, un prólogo con el cual Joe May, su director, nos está mostrando una ciudad muy viva, una ciudad cuyo pulso en continuo movimiento es el personaje principal de esta película...
Cuando la peli arranca somos testigos de cómo Albert Holk (Gustav Fröhlich), un joven atractivo y aparentemente abierto y despreocupado, se prepara para ir a trabajar portando orgulloso su uniforme de policía. Poco después, cuando ya casi ha anochecido, le vemos sumergido en el tráfico berlinés porque se dedica precisamente a dirigir el intenso tráfico en el corazón de este Berlin noctámbulo. Después de observarle un largo instante, la cámara se aleja del punto donde continúa su labor Albert y va recorriendo la ajetreada avenida en una larga secuencia, deteniéndose a observar algún punto de la multitud, luego recorriéndola de nuevo, como si ella misma fuera un personaje deambulando y tomándose su tiempo: una cámara que con su recorrido por esta avenida se muestra como un espectador curioso... (qué gran momento éste en la peli) para finalmente llegar a través de un maravilloso travelling, muy lentamente, a la cristalera de un escaparate; se mantiene algo distante y cuando parece que encuentra algo de su interés en el interior de ese escaparate, que resulta ser una joyería, se acerca y un segundo después conocemos a Elsa Kramer (Betty Amann) que sentada frente al dueño de la joyería está robando con suma elegancia un diamante, y todo esto frente a las narices del dueño. Poco después y cuando ya se encuentra fuera de la joyería, a punto de diluirse entre la multitud de las calles, Albert se ve obligado a dejar sus rutinarios quehaceres controlando el tráfico y correr para arrestarla y llevarla a la comisaría.
El argumento es el más viejo del mundo y también el más trillado en futuras pelis del cine negro: cómo una femme fatale utiliza todas sus armas para seducir a un estricto policía y así librarse de la cárcel. Sin embargo, aunque sea una historia mil veces vista, la forma en que Joe May nos va sumergiendo en esta seducción, poco a poco se va convirtiendo en una seducción en sí misma por parte de la película hacia el espectador, quien asiste casi hipnotizado a la historia de la atracción entre esta pareja.
Desde el mismo momento en que aparecen por primera vez juntos la sofisticada y refinada ladrona y el envarado policía, se palpa la poderosa química que se desarrolla entre ellos en la pantalla. Y desde el momento en que Elsa sube al coche arrestada, muy conscientemente intenta usar todas sus armas para despertar la compasión del rígido policía: llora, miente, ruega y flirtea descaradamente para intentar convencerle de que es una pobrecita que va a ser echada del piso por no pagar el alquiler, pero viendo a Elsa y su refinada elegancia sabemos que de pobrecita tiene bien poco. Como no consigue que Albert se ablande ni un poquito, le convence para que la acompañe a su apartamento y así buscar sus documentos de identidad. Es allí en el espacioso apartamento de ella cuando asistimos al cénit de esta película. Albert entra en ese apartamento sumamente desconfiado, casi consciente ya a estas alturas de que va a caer bajo las redes de una mujer a la que desprecia, y quizás uno de los momentos más atractivos de esta peli es cuando la cámara hace un barrido por la casa, la recorre lentamente convirtiéndose en los ojos de Albert que analizando este espacio físico quiere hacerse una idea aproximada de cómo vive esta mujer, de quién es y de si su desconfianza hacia ella es acertada o no. Es aquí cuando Elsa desesperada, después de haber intentado mil y una tretas para ablandarle, hace uso de su último cartucho y se lanza literalmente a sus brazos, desesperada, humillándose, en una de las escenas de atmósfera de más cargado erotismo que yo haya visto una peli, y Joe May acaba esta escena de tórrida sensualidad filmando las piernas de ambos casi como si fueran sus rostros besándose.
Joe May, a pesar de no ser un nombre conocido, fue uno de los directores y productores más creativos y de más talento del cine alemán, solo hay que ver "Heimkehr", puro melodrama pero sin algarabías empalagosas, o "La tumba india", superproducción donde aborda el cine de aventuras, y gracias a la cual se conocen Fritz Lang y Thea von Harbou que colaboraron en su guión, pero a mi entender donde más y mejor demuestra su talento es en esta "Asphalt". Convierte una historia de lo más simple en una película valiente, arriesgada formalmente y llena de recursos visuales donde la cámara es la que define los matices de la personalidad de sus personajes y es a través de su danza como a veces conseguimos penetrar hasta en los más escondidos pensamientos de éstos; apenas hay actores y sin embargo todo está perfectamente vivo y en continuo movimiento. Todo fluye de una forma que solo te puede recordar a una peli de Ophüls, y los juegos de luces y sombras y la iluminación nos empapan de la atmósfera más adecuada para la cargada tension sexual que traspasa la pantalla.
May no necesita de demasiados intertítulos para explicar lo que ocurre frente a nosotros y entre los dos protagonistas, ya que su trabajo de puesta en escena es más visual que otra cosa. El conflicto interno en el que se debate Albert, en lucha continua entre su integridad y la atracción física por Elsa, una mujer a la que desprecia, está perfectamente descrito a través de todos los matices que Gustav Fröhlich y la guapísima Betty Amann les dan a sus personajes, y por otra parte, aquí no hay ni rastro del envaramiento al que nos tenían acostumbrados los actores del cine mudo; las interpretaciones fluyen con una naturalidad y una calma que se mimetizan a la perfección con la fluidez del trabajo de la cámara.
Melodrama realista, y casi minimalista en el sentido que la acción se concentra en poquísimos personajes y en habitaciones muy desnudas, es una de mis pelis favoritas de siempre. Mezcla con extraordinaria simplicidad unos exteriores realistas y semidocumentales con unos interiores muy expresionistas y donde el trabajo de cámara y de iluminación consiguen la atmósfera perfecta para que puedas entender a estos personajes en continua lucha consigo mismos.
Etiquetas: cine
2 Comments:
Mein lieber Dame Sire ( por cierto, no se engañen ustedes, por mucho que intente despistar a las familias de rancio y húmedo abolengo con ese afrancesado tratamiento, esta fräulein sigue siendo una genuina melenuda ):
Este su Herr Graf levanta el entrecejo como señal de reconocimiento hacia este nuevo diario moderno que dende ahora mismo figurará en la lista negra de éste su aristócrata, como documento imprescindible a la hora de intentar entender el comportamiento y costumbres de los melenudos de éste nuevo siglo.
Su análisis del excelente filme de Herr May, del cual éste su Herr Von tuvo en su día el enorme placer de leer, demuestra que no todo está perdido y las nuevas generaciones aún pueden ser recuperables... por cierto, no se lamente usted si no tiene réplicas de sus congéneres melenudos cuando haga sus soberbias críticas silentes, siempre podrá contar con su Herr Graf y la verdad, usted que sale ganando pues no hay comparación ni pedigrí posible entre un auténtico melenudo y un genuino aristócrata teutón, natürlich!!.
Herr Graf Ferdinand Von Galitzien
Oh, que bien acompañada del Sr. Conde, Sire, tan condescendiente como siempre, pero aquí dando el do de pecho.
Asfalt es una de las cintas que vi gracias a tus envío, Sire, precisamente este fin de semana la tuve en mis manos y provocó en mi un maravilloso desfile de sus imágenes, que ahora mismo puedo volver a evocar.
Besos a los dos.
Ninovska
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